Alicia en su íntimo se sabía soñando y, en algún lugar gestaba este sueño, tan absurdo como necesario.
El comienzo de esta historia todos la conocen: la curiosa niña que cae por un hueco y descubre un país extraño, pero en esta historia Alicia despierta en un mundo plano, o sea en dos dimensiones donde habían apenas el arriba y abajo, la derecha y la izquierda y todo lo que aquí sucedía obedecía estas estrictas normas.
Las personas que aquí habitaban parecían haber olvidado, hace mucho ya, cualquier otra visión posible, sin embargo, así como tenía Alicia en su más íntimo la noción de estar soñando, cada habitante de este extraño país recordaba aún que existía o había existido otra dimensión tan compleja y vasta que asustaba de casi pensarla; entonces ya nadie hablaba de aquello.
Era fascinante ver las complejas formas que estos seres habían desarrollado, como si esta insólita carencia los hubiera motivado a explorar mas intensamente todas las posibilidades de este mundo plano. Alicia admirada, ensayaba también estos simpáticos gestos en toda la nueva complejidad que estaba descubriendo, este mundo era a sus ojos realmente fascinante, formas exquisitas y colores sorprendentes, día a día fue aprendiendo a integrarse y participar de sus rituales, y con el tiempo empezaron todos a verla como uno de ellos. Sus antiguos hábitos fueron desvaneciéndose progresivamente de su repertorio llegando, ya luego de algunos años, casi al punto de desaparecer; hasta que un día la niña descuidada dejó caer una llave que estaba en su bolsillo. No recordaba que puerta habría dicho instrumento pero tenía la extraña impresión de que era algo importante, la pequeña llave cayó por una grieta profunda y sus retinas deshabituadas no conseguían más penetrar este espacio, intentó con su brazo alcanzarla en vano y en este preciso instante se dio cuenta de que había perdido algo realmente importante que no era la llave, algo que sus sentidos reclamaban en silencio y que a partir de ese momento sería irrenunciable.
Iluminada por dicho descubrimiento volvió excitada a hablarle a todos de esta maravilla, y uno a uno les contó de un mundo donde las cosas están lejos y cerca, dentro y afuera, donde puede uno penetrar el instante y ser amo de las perspectivas. Uno a uno fueron desentendiendo, la mayoría se mostró desinteresada y algunos incluso despreciaron este aspecto con supuesta previa conecencia.
Alicia comprendió entonces que en este país nadie quería ya recordar esta antigua forma de ver, por primera vez en su corta vida se sintió sola, como un tuerto en un país de ciegos pero lejos de ser un rey. De repente, recordó que esto era apenas un sueño, y quiso despertar, y cerro los ojos pero al abrirlos seguía estando allí, y el mundo continuaba tan plano como antes.
Desde entonces, cada mañana al abrir sus ojos la niña antepone sus pequeñas manos frente al rostro con la esperanza de un día no ver el muro al mismo tiempo, y con la misma terca convicción de no olvidar que existe el cerca y el lejos, un profundo adentro y no tan distante afuera.
