Y aquí estamos, somos solos
como árbol de la pampa
que soportó algún invierno
de noches largas y calladas
que le imprimieron un gesto
discretamente añorante
en cada raíz un recuerdo
y en cada rama un deseo
somos ahora y el antes
tu y yo, desconocida
que sin saber me ganaste
no por tu seno insinuante
ni por tu andar desprolijo
me prendaron tus rodillas
de castigada simpleza
y en especial tu tristeza
que exclamas sin declararte
nos quedan tres estaciones
de Châtelet a Jussieu
y en cada una he de amarte
así, sin que tu lo sepas
como se aman las mariposas
eternas y fulminantes.
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1 comentario:
adorables aunque siempre cicatrices
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